¿Conoces todas las averías que tú mismo puedes provocar a tu coche?

Puede que no seas consciente, pero el mal uso que haces de tu coche puede ocasionar varias averías graves. En este artículo repasaremos algunos de los errores que los automovilistas realizan a diario.

No revisar las presiones de los neumáticos de forma periódica

Puede ocurrir que los neumáticos se desgasten de forma irregular o que sufras un reventón en marcha, algo que, además de poder provocar un accidente, podría dañar la llanta al rodar sobre el suelo sin la goma del neumático. Los reventones suceden a alta velocidad, por lo que también es posible que los trozos de goma causen daños en los pasos de rueda, paragolpes, aletas… al salir despedidos y golpearlos.

Debes revisar la presión de los neumáticos, al menos, una vez al mes. Las presiones indicadas por tu fabricante vienen indicadas en el libro de usuario, en la cara interna de la tapa del depósito de carburante, o en el marco de alguna de las puertas.

Si no tienes en cuenta la temperatura del motor al acelerar

Cuando el motor lleva un buen rato apagado y, por tanto, está frío, la mayor parte del aceite queda depositado en el cárter. Por eso, cuando arrancamos, el propulsor necesita unos segundos para que el aceite llegue a todos los ‘recovecos’ y, también, para que éste alcance una mayor temperatura, consiguiendo una mejor lubricación. Por todo ello, acelerar en exceso con el motor en frío provoca un mayor desgaste interno del motor.

Si el motor está frío, es recomendable esperar unos 10 segundos antes de comenzar a circular. Después, acelera siempre de forma progresiva, evitando que el motor supere las 2.700 rpm en los diésel y las 3.500 rpm en los gasolina.

Si, en un semáforo, mantienes pisado el pedal del embrague

Esta mala costumbre provoca un mayor desgaste del sistema de embrague, pues aunque tengas pisado el pedal a fondo, siempre se produce cierto rozamiento en sus partes internas, afectando tanto al disco como, sobre todo, a las piezas que actúan sobre él. Evita este desgaste si dejas el coche en punto muerto y sin pisar el embrague.

Circular en reserva

Es muy habitual no ser previsores a la hora de repostar nuestro vehículo, siendo el propio vehículo el que nos indica que estamos en reserva. Cuando se nos ilumina el testigo en los controles del coche es cuando solemos decidir ir a la gasolinera, pero esto es un gran error. Al hacerlo, damos lugar a que las impurezas y los posos de la gasolina puedan llegar a nuestro motor, pudiendo provocar un problema grave en los inyectores, la bomba de la gasolina y en el filtro de combustible.

Si abusas de los frenos en bajadas prolongadas

Pisar mucho el pedal del freno puede tener tres consecuencias: aumentar el desgaste de los discos y pastillas, provocar posibles deformaciones en los discos -algo que generaría fuertes vibraciones en el volante al frenar- y deteriorar el líquido de frenos -ofrecerá una menor resistencia a la fatiga-.

Si utilizas marchas cortas -por ejemplo, baja en tercera velocidad en vez de en cuarta- cuando afrontes una bajada prolongada. Además de hacer trabajar menos a los frenos, tendrás un mayor control sobre el vehículo al tomar las curvas.

Si circulas con el motor muy bajo de revoluciones

Podría afectar a:

1.- La válvula EGR -sobre todo, en diésel-: provoca que en ella se acumule mayor cantidad de carbonilla, reduciendo su vida útil hasta un 50 %.

2.- El catalizador -diésel y gasolina-: como ocurre con la válvula EGR, en él se acumula más carbonilla, algo que puede terminar por dañarlo -además, es muy probable que no puedas pasar la ITV-.

3.- El filtro de partículas -en los diésel-: como en los dos casos anteriores, la carbonilla acaba por saturarlo, algo que puede terminar por dañarlo.

4.- En motores veteranos, las partes internas: el sobreesfuerzo al que se ve sometido el propulsor podría provocar daños en piezas como los casquillos del cigüeñal, de las bielas… Esto reduce la vida útil del motor.

Si detienes el motor ‘de golpe’, después de un esfuerzo considerable

Ocurre en los motores turbo. Cuando se rueda por carretera, sobre todo si circulamos a alta velocidad, el turbo llega a superar los 300ºC con facilidad, en los diésel, y los 500ºC, en los gasolina. Por eso, si detenemos el motor ‘sin dejarlo reposar’, el aceite que queda acumulado en él tenderá a carbonizarse, provocando que el turbo se averíe.

Si apenas utilizas el aire acondicionado

El propio funcionamiento del aire acondicionado asegura una correcta lubricación del sistema, algo que alarga la vida del compresor y ayuda a reducir el riesgo de posibles fugas de gas. Acostúmbrate  conectar el aire acondicionado al menos una vez cada dos o tres meses durante 10 minutos, da igual que selecciones una temperatura elevada para no pasar frío dentro del coche en invierno -recuerda que, si llueve, conectar el ´aire´ te ayudará a evitar que las lunas se empañen-.

Si mantienes la mano sobre la palanca de cambios, aunque no la uses

Cuando se lleva la mano apoyada sobre la palanca, se genera un poco de presión sobre los mecanismos internos de la caja, algo que termina por desgastar y provocar holguras en sincronizadores, rodamientos… A largo plazo, esto se traduce en vibraciones, y que las marchas no entren correctamente. Acostúmbrate a poner la mano sobre la palanca sólo cuando vayas a cambiar de velocidad.

Si no frenas lo suficiente antes de pasar por un bache, un badén…

Son similares a las que se producen por subir bordillos… pero sus efectos son mayores. Por ejemplo, es fácil que pinches un neumático al pellizcarlo contra la llanta, que también puede deformarse. Además, los ‘golpes secos’ pueden generar daños en las rótulas… y, también, en los puntos de anclaje de la suspensión.