Las ventanillas de los coches tienen como objetivo permitir la visibilidad lateral y la ventilación del aire del habitáculo. Los cristales de las ventanillas de las puertas suelen tener un movimiento descendente y ascendente, si bien existen modelos que cuentan con ventanillas abatibles o deslizables.
Las ventanillas, como todas las piezas de los automóviles, han ido evolucionando tanto en su mecanismo como en su diseño. Han ido pasando de tener formas rectangulares y de dimensiones reducidas a convertirse en grandes superficies acristaladas con formas redondeadas.
En cuanto al mecanismo, el mayor avance se produjo al pasar de las ventanillas con un sistema manual (con manivela) para la bajada y alzado de los cristales, a un sistema eléctrico más cómodo. De esta manera, los elevalunas eléctricos fueron colocados en los coches por primera vez en 1941 por Ford. Así, los primeros coches en montar elevalunas eléctricos fueron el Packard Custom Super 180 y el Lincoln Custom.
No obstante, no es hasta los años 80 y 90 del siglo pasado cuando su uso empieza a ser masivo (al principio sólo en las puertas delanteras), incluyendo los modelos más económicos de las gamas de los distintos fabricantes. De hecho, en ciertos modelos, el elevalunas traseros aún hoy sigue siendo un ‘extra’.
Los ruidos en las ventanillas
Si tu coche tiene ya unos años es inevitable que haya comenzado a revelar una serie de ruidos, ‘grillos’ y funcionamientos anómalos que se acumulan en su lista de pequeños defectos…
Y, precisamente, uno de esos ruidos insufribles que aparecen de vez en cuando es el que surge al usar el elevalunas al querer subir o bajar algunos de los cristales de las ventanillas.
Estos ruidos (que pueden aparecer tanto en elevalunas manuales como eléctricos) se manifiestan en forma de un peculiar chirrido, que se agrava con el paso del tiempo y la acumulación de horas de exposición ante diversos factores externos.
La aparición de este chirrido suele llevar consigo una disminución en la capacidad del elevalunas para llevar a cabo correctamente su cometido, provocando que el mecanismo del elevalunas realice un esfuerzo extra para subir o bajar el cristal, especialmente, lo primero, algo que es más problemático en los elevalunas eléctricos.
Por este motivo, nuestro elevalunas cada vez suena más, tarda más en realizar el recorrido completo (ya sea en subida o bajada) y, en los peores casos, sospechamos que, en uno de los usos, el cristal se quede bloqueado.
Cómo funciona el elevalunas eléctrico
La aparición de defectos de este tipo en los elevalunas tiene pocas formas de evitarse con un mantenimiento preventivo. El sistema de alzado de lunas es de concepción muy sencilla. Todo está gobernado por un pequeño motor eléctrico capaz de invertir su polaridad para efectuar la maniobra de elevación o descenso según escojamos desde el mando.
Los sistemas comunes emplean un guiado del cristal mediante un cable enfundado, existiendo también sistemas más simples que hacen uso de un armazón flexible.
La clave de la aparición del ruido pasa principalmente por las guías por donde discurre el cristal en su movimiento de ascenso y descenso, encontrando también culpables en las lengüetas de caucho que abrazan el cristal en diferentes ubicaciones para impedir la intromisión de polvo, agua y herramientas como ganzúas que brindan acceso a la cerradura del vehículo desde el exterior.
En este sentido, si el problema está en las lengüetas de caucho, la rehabilitación no es aconsejable por haberse perdido el grueso de sus propiedades. Por ello, la sustitución es la mejor opción.
¿Y por qué aparecen estos ruidos?
La influencia de factores externos como el sol, el polvo, cambios súbitos de temperatura y humedad eliminan casi por completo las propiedades de lengüetas y guías, favoreciendo un exceso de rozamiento que conlleva a la aparición del temido ruido y a un posible sobresfuerzo del sistema que termina por quemar el motor eléctrico con el cual gobernamos el movimiento de los cristales.
En el caso de las guías de recorrido, la aplicación de una fina capa de lubricante específico sobre ellas después de haber eliminado rastros de polvo y humedad, puede erradicar todos los sobresfuerzos y ruidos.
Sin embargo, en el caso de lengüetas como las que cubren el marco del cristal en las puertas, la sustitución es la opción más recomendable desde el momento en el que se observa que han perdido su flexibilidad y constitución original.
Fuente: eurotaller.com